Marian es cooperante de una ONG
donde trabaja realizando un informe sobre los asentamientos judíos ilegales en
tierra palestina. Con este fin se cita con Ezequiel Zucker, un anciano judío
que, como muchas personas, tiene una historia detrás que se remonta a sus
antepasados y con ellos al inicio de una serie de guerras que han creado su
historia.
El intercambio de las dos partes
de la misma historia, Ezequiel por la parte judía y Marian que aunque a priori
se presenta imparcial enseguida deja ver su posición afín a los árabes, se
convierte para el lector en la explicación de un conflicto que dura demasiados
años y a través de la que los distintos miembros de ambas familias viven los
altibajos de su relación, su amistad, su lucha, su compromiso y el afán por
intentar conservar una paz en su propia comunidad que va desapareciendo a su
alrededor.
Como casi todo libro donde se
desarrollan diferentes sagas familiares, "Dispara, que estoy muerto"
es un señor libro, de esos que hay que pensar en leer antes de abrir la primera
de muchas páginas. Sin embargo, conforme se avanza en su lectura la historia de
la familia Ziad y la familia Zucker te van atrapando y el paso de los años con
su avance histórico y personal de los personajes lo hace ameno y fluido sin
perder de fondo el hilo argumental del conflicto palestino.
Sin duda una de las mejores
características que se pueden sacar del libro a la hora de su argumento es que
Julia Navarro no ha desestabilizado la balanza hacia ninguna parte y como
debería ocurrir a la hora de mostrar los verdaderos motivos de una guerra o
conflicto, nos muestra ambas caras de la moneda con sus propias verdades,
errores y aciertos, encajando entre ellas como un puzzle que crea el verdadero
mapa de la historia donde todas las partes quedan plasmadas.
"Dispara, yo ya estoy
muerto" desarrolla la historia personal de los personajes y el desarrollo
político de forma paralela. Personalmente la trama política se me ha hecho en
ocasiones demasiado pesada, aunque tengo claro que no es problema del libro, si
no de gustos, ya que nunca me ha interesado la política ni el desarrollo de la
historia en base a ella como tal, si no que siempre he preferido vivirla a
través de su influencia en la vida de los personajes. De ahí que me haya
fascinado los cambios y la forma en que afrontan los personajes la evolución
del conflicto, mientras que aquellas partes del libro que se centraban en
desarrollar más como han sido los diferentes cambios políticos me dejaban fría
y los leía por encima hasta llegar de nuevo a la vida de los miembros de
"La huerta de la esperanza".
Miriam, Samuel, Wadi, Dina, Mohamed,
Marinna..... Julia Navarro presenta un elenco de personajes magistrales,
definidos cada uno con su propia personalidad y aferrados a sus propias
creencias, tanto religiosas como políticas o sociales. Imposible no compartir
el afecto y cariño que entre ellos se va entretejiendo y ser participes de sus
alegrías y su dolor. Sin duda alguna son la mejor baza de Julia Navarro para
haber creado de nuevo un lujo de historia, cuyo final es el culmen sorprendente
(gran sorpresa final) donde todos los hilos encajan y se cierran.
A través de los Zaid y los Zucker
conoceremos las diferentes culturas y formas de vida de dos mundos que buscan
su propio futuro en una tierra compartida.
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