En 1933 el hijo pequeño de una
familia inglesa de alta clase desaparece sin dejar rastro. Setenta años
mas
tarde, Sadie Sparrow, investigadora de Scotland Yard en un retiro forzoso,
tropieza con el caso ya olvidado. La atracción que siente Sadie hacia la
investigación hará que Alice, una de las hijas mayores de los Edewane, se vea
obligada a revivir lo sucedido y destapar las apariencias familiares para
resolver el caso olvidado.
Kate Morton lo ha vuelto a hacer.
Al igual que en “Las horas
distantes” , “El cumpleaños secreto” o “El jardín secreto”,
su "combinación
trifásica": época victoriana, secretos familiares y combinación paralela
al contar la historia pasada y presente, vuelve a quedar hilada de forma
sólida, compactada y argumentada, creando una novela que te atrapa y te
mantiene en vilo el tiempo suficiente para querer seguir destapando los
secretos familiares que rodean a los personajes.
Cuando un libro de misterio
intenta tener varias líneas abiertas para tratar de despistar al lector o para
finalmente unirse, se corre el riesgo de que cometer el error de aburrir o de
complicarla lectura haciendo que se pierda el interés por el argumento central
o que al terminar el libro se tenga la sensación de que en la visión global
algunos de esos cabos han quedado perdidos en el aire sin sentido, siendo
visible que eran puro y duro relleno.
En “El último adiós” todos los
cabos sueltos, misterios que rodean a la desaparición de Theo, tienen una
función dentro de la historia sea directa o indirectamente. Ese es uno de los
grandes logros de Morton, crear una historia donde todos los personajes
participan y tiene un papel determinado que encaja en la resolución del
misterio.
Los secretos son sin duda el
fetiche de Kate Morton, secretos familiares que traspasan la barrera del tiempo
esperando que alguien, normalmente ajeno al circulo donde se han creado los
descubra y tire de ellos para como en un juego de Katiuscas la verdad quede a
la vista.
Los personajes, en su mayoría de
gran peso femenino (de nuevo otra
característica “Morton”), son creíbles, humanizados en la constante lucha por
ocultar sus demonios.
En este caso son Sadie y Alice
quienes nos llevan por la historia alternando la narración y el tiempo,
protagonistas ambas de sus propios miedos al pasado. Sin embargo es Eleanor,
madre de Alice, quien para mi es la verdadera protagonista de la historia. A lo
largo del libro conocemos a Eleanor hija, aventurera y fantasiosa que choca con
su estricta madre; a Eleanor joven esposa, protegida y romántica en sus primera
época de felicidad y amor junto a su marido; Eleanor madre afectiva antes de la
guerra y Eleanor madre tras la guerra y vuelta de su esposo del frente. Es aquí
donde la historia da un giro argumental y donde el personaje de Eleanor cambia
sus matices, se torna fuerte e incluso arisca forzada por la nueva situación a
la que tiene que adaptarse. (No quiero desvelar nada del libro pero quien lo
haya leído lo entenderá y quien no tendrá que leerlo para comprobar que digo la
verdad…..).
El ambiente de una Inglaterra
victoriana donde no falta la mansión familiar en medio de un prado verde
cercana a un frondoso bosque es el escenario perfecto para envolverte mientras
lees. Las descripciones físicas y sensoriales son el remate final a una
historia cimentada.
Se nota que Morton domina la
combinación trifásica que he comentado al principio y le funciona, por ello
seguramente no cambia la formula a la hora de escribir. De momento le sirve,
mucho. Atrae, lo pruebas y convence. Mi duda es si podrá mantener este sistema
durante mucho tiempo, sin innovar y sin sorprender. Por poner un ejemplo,
Camila Lackberg domina el misterio nórdico, pero tras seis o siete
publicaciones ya no esperas nada de ella y termina por convertirse en una
lectura rápida donde el único misterio es descubrir que ha pasado pero sin
disfrutar, sin vivir cada paso que se da para desentramar la historia, sin
conocer a los personajes. Sota, caballo y rey.
Tal vez Morton, con sus libros
mucho más trabajados y personajes de más calado sepa sobrevivir. Supongo que
todo depende del nivel del autor a la hora de desarrollar y crear la historia por mucho que siempre sea el
mismo esquema.
Sólo hay una cosa que me patina
en la historia. La casualidad final de Theo (de nuevo la dificultad de querer contar
sin querer destripar…. Quien lo ha leído lo entenderá, quien no, me tendrá que
creer…). Ese personaje que conocimos como un bebe desaparecido y que es el
núcleo central alrededor del que gira la historia y que si, termina teniendo un
final concluso. Pero…¿no podría Morton haber ideado algo menos “coincidente”?.
Mientras me acercaba al final, ese momento en el que en la mente del lector ya
se va montando lo que el autor ha ideado como final, mi subconsciente decía:
no, no puede ser…. De acuerdo es un final válido, las piezas encajan, no queda
nada en el aire y tiene sentido. Pero si durante todo el libro uno de los
argumentos policiales que usa Sadie es que no cree en las casualidades…. ¿Por
qué hace de ello Kate Morton el final de una historia tan bien creada?
Se lo perdonamos porque a esas
alturas del libro el poso es mucho mas positivo que negativo, sin duda, y en
líneas generales es un detalle nimio.
Sin duda, “El último adiós” no
decepcionará a quienes ya conocen a la autora, y a quienes no pero busquen una
historia donde adentrarse y sentirse parte de un misterio tampoco.
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