“Para hacer callar a la cantarina Julie, Boris la abrazó fuerte. Y de pronto sintió algo en su interior. Bueno mas bien sintió algo que surgía de su
interior. […] Con su pragmatismo matemático llegó a una pregunta fundamental ¿y
si era ella la que le producía aquel efecto?.
En su cerebro que rechazaba todo silogismo, el enemigo del
investigador, el sentimiento se convertía en una especie de componente, cuyo
exacto valor tenía que determinar por fuerza. Admitiendo primero que el cuerpo
sobre el cual reposaba era de lo más atractivo, abordó el problema en términos
de probabilidad. ¿Qué probabilidad habría tenido él de encontrarse tendido
sobre una mujer tan guapa; delante de su casa; y con un árbol y un montón de
hielo encima?
Considerando que ninguna situación meteorológica comparable
había acontecido desde 1961, considerando que le habían negado treinta y nueve
apartamentos ante de poder vivir en aquella calle, considerando el número de árboles
que hay en Montreal, compensado por el número de árboles rotos por el huelo en
los tres últimos días, tomando como índice que una rama helada tarda, sin
previo aviso, tres segundo en que caíga del árbol, es decir una probabilidad
entre veintiocho mil ochocientas de caer en el momento en que pasa por debajo,
multiplicando el resultado por la probabilidad de caer bajo una rama que pueda
acoger a dos persona, Boris Bogdanov concluyó que la probabilidad de
experimentar una repentina erección porque estaba tumbado encima de la vecina
de enfrente no era más que de una entre trece millones seiscientas
cincuenta y siete mil ciento cincuenta y
nueve. Exactamente, seis mil seiscientas cincuenta y siete probabilidades menos
que de sacar los número 6/49".
El frio modifica la trayectoria de los peces
Pierre Szalowski
Pierre Szalowski
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