martes, 26 de marzo de 2013

El fragmento del martes


“Para hacer callar a la cantarina Julie,  Boris la abrazó fuerte.   Y de pronto sintió algo en su interior.  Bueno mas bien sintió algo que surgía de su interior. […] Con su pragmatismo matemático llegó a una pregunta fundamental ¿y si era ella la que le producía aquel efecto?.

En su cerebro que rechazaba todo silogismo, el enemigo del investigador, el sentimiento se convertía en una especie de componente, cuyo exacto valor tenía que determinar por fuerza. Admitiendo primero que el cuerpo sobre el cual reposaba era de lo más atractivo, abordó el problema en términos de probabilidad. ¿Qué probabilidad habría tenido él de encontrarse tendido sobre una mujer tan guapa; delante de su casa; y con un árbol y un montón de hielo encima?

Considerando que ninguna situación meteorológica comparable había acontecido desde 1961, considerando que le habían negado treinta y nueve apartamentos ante de poder vivir en aquella calle, considerando el número de árboles que hay en Montreal, compensado por el número de árboles rotos por el huelo en los tres últimos días, tomando como índice que una rama helada tarda, sin previo aviso, tres segundo en que caíga del árbol, es decir una probabilidad entre veintiocho mil ochocientas de caer en el momento en que pasa por debajo, multiplicando el resultado por la probabilidad de caer bajo una rama que pueda acoger a dos persona, Boris Bogdanov concluyó que la probabilidad de experimentar una repentina erección porque estaba tumbado encima de la vecina de enfrente no era más que de una entre trece millones seiscientas cincuenta  y siete mil ciento cincuenta y nueve. Exactamente, seis mil seiscientas cincuenta y siete probabilidades menos que de sacar los número 6/49".
El frio modifica la trayectoria de los peces
Pierre Szalowski

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