"—De
tu abuela decían que era bruja.
No le respondí.
—¿Tú
también eres bruja?
—Las
brujas no existen —dije mientras le miraba la nariz
aguileña y los ojos verduzcos. Su diente de oro me guiñó el ojo. Pensé que, si
las brujas existieran, se parecerían a ella. Pero no es cierto, porque si una
mujer tuviera poderes lo primero que haría es convertirse a sí misma en la más
hermosa.
Las brujas no existen. Fueron pobres mujeres alucinadas,
torturadas, consumían setas para volar en sueños y a lo mejor se masturbaban
con una escoba. Cometían pecados innombrables: ser demasiado pobres, demasiado
feas, demasiado guapas. Todas las mujeres dicen alguna vez que son un poco
brujas y todas las mujeres insultan alguna vez a otra llamándola bruja.
O sea que ser bruja es para las mujeres un deseo. Un orgullo
secreto. Un insulto. Una calumnia.
Quizá por eso yo volví aquí, al pueblo de mi niñez, en busca
de una bruja del pasado".
Aunque seamos malditas
Eugenia Rico
No hay comentarios:
Publicar un comentario